En Ayurveda, comprendemos que la mujer no es un ser lineal que tiene que rendir igual cada día. Es un cuerpo cíclico, vivo y profundamente vinculado con los ritmos de la naturaleza.
Tu menstruación no es un inconveniente a superar ni un detalle menor en la rutina, sino una manifestación sagrada de tu energía vital, un recordatorio de que dentro de ti también habita el movimiento de la vida.
Este texto es una invitación a mirar tu ciclo no como un hecho aislado, sino como un espejo del ciclo anual. Así como la tierra vive sus estaciones —primavera, verano, otoño, invierno— tú también las atraviesas, cada mes, en silencio, con sabiduría.
🌀 Tu ciclo como un reflejo de la naturaleza
Después del sangrado, la vida renace. Tu cuerpo despierta con suavidad, como la tierra en primavera. Te sientes más liviana, creativa, conectada. Esta es la fase folicular, donde predominan las cualidades de Kapha: la fuerza que nutre, que construye, que sostiene. Es un buen momento para activar el cuerpo con paseos suaves, comenzar nuevos proyectos, alimentarte con vegetales frescos y darte caricias con aceite de rosa o caléndula, como si cuidaras un jardín interior que apenas empieza a florecer.
Con la ovulación llega tu verano interno. El fuego de Pitta ilumina tu centro, te sientes radiante, firme, con claridad. Es una fase expansiva: tu energía va hacia fuera, te expresas con más facilidad y brillas sin esfuerzo. Aquí, el autocuidado se vuelve afirmación: decir lo que deseas, poner límites sanos, abrirte al placer. Puedes equilibrar tu fuego con infusiones frescas, agua de rosas, comidas ligeras. Y, sobre todo, disfrutar de ti misma sin reservas.
Después, poco a poco, llega el otoño. La energía comienza a recogerse. Es la fase lútea, y a veces aparece la irritabilidad, la sensibilidad, el deseo de estar contigo misma. Aquí Vata empieza a mostrarse: mente inquieta, emociones intensas, necesidad de contención. El Ayurveda nos sugiere alimentos cálidos, infusiones de especias suaves, y plantas que sostienen lo femenino, como el shatavari o el ashoka. Es buen momento para escribir, quemar incienso, bajar el ritmo y escuchar tu verdad más profunda.
Y entonces, llega el invierno. Tu cuerpo sangra. Es tiempo de soltar, de descansar, de dejarte llevar. Vata domina, y con él vienen el silencio, la pausa y una sensación de vacío fértil. Esta no es una etapa para exigencias, sino para cobijarte en lo simple: una manta suave, una infusión de jengibre y canela, una cucharada de ghee caliente que nutre desde dentro. Es la fase más sagrada, donde la sabiduría de tu cuerpo se renueva. Aquí no necesitas hacer nada. Solo ser.
Cuando comienzas a mirar tu ciclo como parte de un movimiento más amplio —como un reflejo de la naturaleza que cambia y respira contigo— dejas de sentirte extraña en tus fluctuaciones. Reconoces que cada fase tiene un sentido, una medicina, un mensaje.
En vez de luchar contra los días “bajos”, puedes empezar a honrarlos como días de poder silencioso. En lugar de vivir en modo “verano” todo el mes, aprendes a permitirte un invierno interior. Y ese permiso, a veces, es el acto de amor propio más profundo.
El Ayurveda no busca que seas siempre productiva. Busca que vivas en armonía. Que reconozcas tus ciclos como una guía sutil que te lleva de regreso a ti.
Puedes comenzar poco a poco:
tal vez con un cuaderno donde anotes tus fases;
con una pausa en el primer día de tu menstruación, aunque sea breve;
con un “no” suave cuando tu cuerpo pida silencio;
con una taza de té que no sólo te caliente, sino que también te honre.
No necesitas grandes cambios. Sólo la voluntad de escucharte un poco más.
Estoy aquí para acompañarte en este camino.
Con masajes amorosos, tratamientos con hierbas, guía ayurvédica o simplemente,
una conversación sincera, de mujer a mujer.
Porque no eres “demasiado sensible”.
Eres cíclica.
Y eso no es una debilidad.
Es tu fuerza más profunda.
Con amor,
Yira
A veces lo siento con toda claridad: mi mente se agita, saturada de estímulos, de noticias que más me drenan que me nutren. Me doy cuenta de cómo me alejo poco a poco de mi centro, de mi calma, de mi esencia. Y es justo en esos momentos cuando recuerdo: puedo regresar. Todas las personas podemos regresar.
En un mundo que no se detiene, donde las pantallas y las urgencias dictan el ritmo, es más importante que nunca elegir de forma consciente el Aquí y el Ahora.
Los antiguos textos védicos nos recuerdan que la mente es como un mono inquieto que salta de rama en rama... a menos que le ofrezcamos el espacio para volver al silencio.
“Yogaś citta-vṛtti-nirodhaḥ” — “El yoga es la cesación de las fluctuaciones mentales” (Yoga Sutra 1.2).
Una invitación a hacer una pausa. A recordar quiénes somos, en realidad.
La ilusión de la separación
La filosofía védica afirma con dulzura y firmeza que no estamos separados.
“Tat tvam asi” — “Eso eres tú” (Chandogya Upanishad 6.8.7).
No somos entes aislados navegando un mundo fragmentado. Somos parte de un tejido mayor, una gota del océano del Ser. Y, sin embargo, nuestra mente moderna, hiperestimulada, insiste en separarnos: de la naturaleza, de los demás, de nosotros mismos.
Yo también lo he sentido. Esos momentos en los que me he creído desconectada o sola. Pero basta tocar un árbol, acariciar a un animal, caminar descalza sobre la tierra o detenerse a escuchar el viento, para que la ilusión se desvanezca. No estamos aislados. Nunca lo estuvimos.
Cuando el exceso nos desconecta
Vivimos rodeados de notificaciones, titulares, opiniones. Cada estímulo nos aleja un poco más de nuestra paz.
Ayurveda lo sabía desde hace milenios: una mente saturada es una mente que enferma. Vata, el dosha del movimiento, se desequilibra con el ruido, el exceso, la velocidad. Y con él, nuestra serenidad, nuestro sueño, nuestra digestión, nuestra inmunidad.
Cuando me pierdo en el afuera, me fragmento. Pero basta detenerme, respirar, mirar con atención un detalle simple y vivo —una flor, una hoja, una taza de té caliente— para que algo vuelva a encajar dentro de mí.
Mindfulness: recordar lo esencial
En Ayurveda, la atención plena (Smriti) no es una técnica, sino un recordatorio de lo sagrado, de lo verdadero, de lo que somos. Volver al momento presente es una manera de volver a casa.
A veces me pregunto: ¿cuándo fue la última vez que olí una flor sin prisa? ¿O que sentí conscientemente el sol en mi piel sin mirar el móvil? Esos pequeños instantes son medicina. Son oración. Son reencuentro.
Cómo regresar al Aquí y Ahora
No se trata de hacer más, sino de hacer menos, de elegir, de simplificar. Algunas formas que me sostienen:
Confiar en el ritmo mayor
El universo danza en ciclos: estaciones, lunas, oleajes, pulsos. Ayurveda nos invita a confiar en esa inteligencia que organiza todo sin esfuerzo.
“Sarvam khalvidam brahma” — “Todo es verdaderamente Brahman” (Chandogya Upanishad 3.14.1).
Hubo un tiempo en el que intenté controlar todo, cada detalle de mi vida. Y cuanto más control buscaba, más me alejaba de mi equilibrio. Sólo cuando aprendí a soltar, a confiar en el flujo de la vida, llegó una calma profunda.
Y entonces sucede: llega una paz honda, antigua, serena.
Cuando el mundo nos abrume de nuevo —porque lo hará—, podemos elegir. Detenernos. Escuchar. Volver.
No estamos solos. No estamos separados.
Somos parte de un todo que sostiene, que recuerda, que abraza.
Inhala.
Exhala.
Regresa.
Con amor,
Yira
En India, Yoni Steaming se llama "Yoni Svedana". Esta práctica se ha utilizado durante siglos para promover la salud del sistema reproductivo femenino y apoyar el bienestar emocional de las mujeres. El vapor Yoni también se utiliza a menudo en África, Asia y América Central y del Sur (bajos) como parte de los rituales curativos de las mujeres o después. parto utilizado para ayudar a la recuperación y fortalecer el útero. Es un método simple y natural para fortalecer la conexión con la propia feminidad y promover el bienestar que se ha practicado durante generaciones. La medicina ayurvédica considera que el cuerpo femenino es único y delicado, y Yoni Steaming es una forma de lograr el equilibrio y mantener la armonía. en esta área. Utilizando hierbas y aceites especialmente seleccionados, se crean vapores que calman, equilibran y nutren el sistema reproductivo sin alterar el entorno natural de la vagina y el útero.
Yoni al vapor es bueno…
¿Cuándo no se recomiendan los vapores de Yoni?
Duración de la aplicación: 15 a 20 minutos - según cita en combinación con el masaje hormonal.